viernes, 23 de mayo de 2014

Australia coloniza la vieja Italia



Hace unos años. el Tour Down Under era un ejemplo de exotismo ciclista. Sólo conocían la carrera los más fanáticos del deporte de las dos ruedas, los frikis, vamos. Algunos ciclistas europeos probaban a comenzar la temporada en los antípodas en lo que parecía un gesto excéntrico. Ahora, la carrera australiana es la que marca el inicio de la temporada en la elite. Todos los equipos del UCI World Tour tienen que acudir porque está incluida en el calendario mundial. Los medios de comunicación la toman como referencia. Es el termómetro de la temporada invernal en Europa.
Hace un par de décadas, Rupert Guinness también era un verso suelto en la caravana del Tour; un periodista australiano, sonriente y amable, vestido cada día con una colorida camisa hawaiana -o australiana, vaya usted a saber-, que informaba a su país de las pocas cosas noticiables que sucedían en la carrera francesa y que podían tener relevancia allá por Oceanía.
En los últimos años, sin embargo, a Guinness, autor de "Aussie, aussie, aussie!", un tratado sobre los ciclistas australianos que corrieron en Europa en el siglo XX (un puñado), se le multiplica el trabajo en las carreteras europeas. Australia comienza a colonizar las carreras del viejo continente. Ganar ya no es una excepción, sino una costumbre. Evans ya se llevó el Tour y un campeonato del Mundo y ahora lidera el Giro; el Orica Green Edge, un equipo australiano con un director totalmente australiano aunque ya medio vasco, gana una y otra vez.
El rosa del Giro ha sido, salvo el primer día, cuando los oceánicos le dejaron el jersey al canadiense Tuft para celebrar su cumpleaños, un asunto entre dos australianos, Matthews y Evans. La última etapa, con final junto al Lungomare de Savona, fue para otro compatriota, Michael Rogers, del equipo de Alberto Contador.
El tres veces campeón del Mundo contrarreloj, exhibió sus prestaciones en solitario después de escaparse en el descenso de Il Naso di Gatto, el puerto de segunda categoría en el que el pelotón comandado por Samuel Sánchez había neutralizado la escapada del día. Rogers se marchó en la Nariz del Gato y mantuvo siempre la ventaja suficiente como para reivindicar de nuevo en la meta que el ciclismo australiano sigue imparable.

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